En mi alma cantaban celestes filomelas,
cuando oí que en la playa sonaba como un grito.
Volví la vista y ví que era una ilusión...
Entonces, fijo del azur en lo infinito,
para olvidar del todo las amarguras viejas,
como Aquiles un día...
como Aquiles un día...
Y les dije a las brisas: "Soplad, soplad más fuerte;
soplad hacia las costas de la isla de la Vida."
Y en la playa quedaba desolada y perdida
una ilusión que aullaba como un perro a la muerte.
Rubén Darío
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