...Modo de calcular el tiempo no había; cada vez que nos poníamos a contar las vueltas de la nébula empezaban las discusiones, porque en la oscuridad no había puntos de referencia; y terminábamos peleando. Por eso preferíamos dejar transcurrir los siglos como si fueran minutos; no quedaba más que esperar, permanecer a cubierto mientras se pudiera, dormitar, llamarse de vez en cuando para tener la seguridad de que estábamos todos, y –naturalmente– rascarse; porque, por mucho que se diga, todo aquel remolino de partículas el único efecto que producía era una picazón molesta.
Al Nacer el día.
Italo Calvino
Italo Calvino