María

Cuando se me representa la persona de María se me suele figurar una mujer diferente a la que aparece en las estampitas o en los altares elevados. Ante todo fue una mujer de su pueblo, una más que como tantas trabajaba en la diaria. Lejos de aparecerme esa chica pálida, tristona y hasta tiesa, se me imagina una mina que supo tener la valentía y el espíritu intocable (o virgen) de animarse al misterio de lo desconocido, con una confianza ciega (o virgen) hacia Dios.
Realmente poco me importa su virginidad genital. El desierto y suelo fértil virgen de ella gracias a Dios pasó por una profundidad mayor que la literalidad sexual-genital.
Su persona suele retratarse como una sumisa ante Dios, yo por el contrario creo que fue una excelente cocreadora con él que supo tener convicciones y decisiones, no fue una marioneta entregada al dolor.

Este personaje en la historia no está alejado de las miles de mujeres que a diario trabajan, crean, y en cada resquicio de su día protegen y dan vida. A menudo noto que en la calle son las mujeres quiénes están atentas para intervenir a la hora de dar un asiento o asistir un imprevisto. Esta particularidad tan profunda y casi inconsciente de la mujer está tan de la mano con su búsqueda de sustento para ella como para su prole, en una doble movilidad (proteger y crear), que fue muy difícil aceptar en la historia. Lo segundo polarizado hacia el hombre hoy genera una controversia en la que se toma a la mujer como ganadora de 'nuevos' espacios, cuando se olvida que ésta supo trabajar la tierra a la par del hombre; sólo con la llegada de la máquina y un falso poderío masculino se trató de quitar voz y manos a este ser confiscándola al ámbito doméstico. Sin embargo la historia no se resignó a callarse. Mal que le pese a muchos.

María campesina, valiente y confiada, en Dios y en el porvenir; con la espera de nueve meses y tres días, va esta canción en homenaje a ella y a las miles de Marías valientes y trabajadoras del mundo.