I: No soy un santo y, por ende, no estoy libre de pecado.
Por la noche hice algo malo, y me despierto por la mañana y me siento muy incómodo.
De pronto recuerdo lo que enseña el budismo, que no ocultar los pecados
es lo mismo que el arrepentimiento. Y entonces empiezo a contar mi pecado
a todos los que me rodean, sean extraños o viejos amigos. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?
La importancia de Vivir
Lin Yutang