En el desierto de mi alma soñé colores. En el cuerpo
habitado que soy
caminé senderos nunca antes transitados, sin embargo
estos fueron soñados por todas las vidas que me precedieron,
por mis difuntas almas queridas.
Y así, en nombre del azul turquesa, el rojo sangre
y el pálido blanco que conforman mi anhelo, cambio y cedo
todo el lastre de siglos
por este presente de vergel y vida.